Aplicación de técnicas de mindfulness en pacientes con asma o EPOC.

Aplicación de técnicas de mindfulness en pacientes con asma o EPOC.

Application of mindfulness techniques in patients with asthma or COPD.

Artículo seleccionado
López-Lois B, González-Barcala FJ, Facal D. Application of mindfulness techniques in patients with asthma or COPD. J Asthma. 2020;1‐16.  doi:10.1080/02770903.2020.1776729.

Revisor:
Dra. Sandra Dorado Arenas
Servicio de Neumología. Hospital Universitario de Galdakao. Bizkaia.

Tema:
Impacto de técnicas de mindfulness en pacientes con asma y EPOC.

Palabras clave: mindfulness, asma, EPOC, control, bienestar, calidad de vida


Resumen

La técnica de mindfulness consiste en el desarrollo de la habilidad de prestar atención al momento presente sin realizar juicios. El objetivo de esta revisión sistemática es actualizar la evidencia acerca de los efectos de esta técnica en los síntomas psicológicos de pacientes con asma y EPOC. Se basa en fuentes bibliográficas de PubMed y PsycInfo. De una muestra inicial de 151 artículos, se incluyeron finalmente 12 en la revisión: 5 cualitativos, 6 cuantitativos (5 de ellos ensayos clínicos aleatorizados y controlados) y 1 con método mixto. Los principales temas valorados en los estudios cualitativos son: mayor conciencia de señales físicas y emocionales, desarrollo de una nueva relación con la disnea incluyendo estrategias cognitivas (detección temprana de la disnea y separación de la misma de los sentimientos de pánico, preocupación o dolor), ralentización mental y física antes de responder, aceptación de la enfermedad respiratoria y reducción de sentimiento de estigma, mayor flexibilidad atencional y sensación de enfermedad como oportunidad para el autoconocimiento y el crecimiento personal.

A menudo, el asma se asocia a agudizaciones y genera un alto nivel de carga física y psicológica, al igual que la EPOC. Centrándonos en lo que concierne al asma, la ansiedad incrementa la clínica asmática, empeora el grado de control, por lo que precisa más tratamiento y más visitas a urgencias, disminuye la calidad de vida y favorece el desarrollo de un síndrome depresivo. En estos casos, las intervenciones más exitosas son las terapias conductuales, cognitivas, cognitivo-conductuales, técnicas de relajación, biorretroalimentación y mindfulness. Existen 2 programas: MBSR (reducción de estrés basada en mindfulness) y MBCT (terapia cognitiva basada en mindfulness). La MBSR se centra en la atención a las sensaciones corporales extendiendo la atención a las emociones y pensamientos. La MBCT se combina con la aceptación de los pensamientos tal como son y la conciencia de los efectos negativos de éstos en el funcionamiento físico. Ambos programas incorporan 3 técnicas de meditación somática (escaneo corporal, meditación sentada y yoga consciente) y disponen de una estructura grupal de 8 semanas de duración con 1 sesión presencial semanal y la práctica de ejercicios guiados en domicilio. Los aspectos clave son la conciencia de pensamientos sin realización de juicios, los sentimientos y las sensaciones corporales y el uso de la respiración como foco de atención y control de la respiración a través de una actitud amable y de la aceptación del patrón ventilatorio tal como es.

A pesar de que se precisan más ensayos clínicos, las intervenciones fundamentadas en mindfulness pueden incrementar los recursos psicológicos ante los síntomas de asma y EPOC y fomentar así el autoconocimiento, el autocuidado, el afrontamiento de situaciones estresantes, la motivación y la reducción de la ansiedad, por lo que se favorece el control y el bienestar en las enfermedades crónicas. De este modo, se producen potenciales efectos indirectos en el estado físico. Los estudios cualitativos muestran así efectos positivos. No obstante, el impacto en los resultados respiratorios es menos relevante, pues sólo en 3 de los estudios se objetivan mejoras en el control del asma, la disnea o la frecuencia respiratoria. Como aspectos negativos, cabe resaltar el tiempo necesario para incorporar esta técnica en la rutina diaria y la dificultad para definirla y explicarla.


Comentario 

En esta revisión sistemática se objetiva que las técnicas de mindfulness sí pueden mejorar el control de la patología asmática y, consecuentemente, la calidad de vida, quizás indirectamente gracias al aporte de recursos para afrontar los síntomas y la percepción del impacto psicofísico vital.

No se han incluido pacientes menores de 18 años. Sería interesante valorar también los efectos en los asmáticos adolescentes, cuya edad en sí misma propicia el síndrome ansioso-depresivo. Puesto que se conoce que las terapias grupales a esta edad son beneficiosas, esta técnica podría mostrar un impacto positivo.

Por otro lado, los estudios muestran posibles variaciones en la técnica de mindfulness para mejorar los resultados y evitar la pérdida de pacientes en el seguimiento: reducción del tiempo de las sesiones para adaptarlas a la vida diaria, enfoque en otras sensaciones, como las pulsaciones o los pies, uso de la tecnología para personalizar y facilitar las sesiones, adaptación de las sesiones a pacientes ancianos, etc. Además, se deberían tener en cuenta factores sociodemográficos, el nivel educativo, la situación socioeconómica o la religión, con el fin de valorar el impacto en los resultados y en la adopción de la intervención.

La mayoría de los estudios incorporan a pacientes con asma y EPOC. Dado que está comprobado el efecto positivo del mindfulness en los pacientes con cronicidad, sería interesante valorar en un mismo ensayo clínico las diferencias en el impacto en otras patologías crónicas respiratorias y no respiratorias y en población sana.

Tal vez, la técnica, que de por sí se centra en la respiración, sí produzca mayor impacto positivo en los pacientes respiratorios que en otros pacientes crónicos. Así, se necesitan estudios cuantitativos de calidad, muestras más grandes y diversas, mayor periodo de seguimiento, así como estrategias de retención para minimizar la pérdida de casos y fomentar la implicación personal de los pacientes.

Es más complejo valorar el impacto del mindfulness en la función respiratoria, pero es clara la evidencia en síntomas psicológicos, que conllevan efectos en el bienestar y comportamientos relacionados con la salud. En este contexto, sabemos que el asma tiene un impacto significativo en el bienestar de los pacientes debido a los síntomas y tratamientos que conlleva. De este modo, se ha comprobado que algunas intervenciones clínicas en asmáticos logran mejorar su bienestar, el cual comprende diversas dimensiones: satisfacción vital, afecto positivo, crecimiento personal y autonomía. Por tanto, para mejorar el bienestar del paciente con asma, no solamente nos debería preocupar la mejora de los valores estrictamente respiratorios (síntomas o pruebas funcionales), sino que también podríamos utilizar estrategias para atajar otras dimensiones del paciente afectadas por la patología asmática y que mejorarían también su bienestar. A este fin, se incorpora el modelo de autorregulación que se refiere a los modos en que los individuos perciben su enfermedad (síntomas, causas, duración, impacto, control y compresión) y reaccionan a ello emocionalmente con preocupación o ansiedad. En definitiva, la intención debería ser reforzar su habilidad para identificar y describir emociones y evitar, por ejemplo, la alexitimia, factor de peor pronóstico en el asma.

Por último, también sabemos que el patrón respiratorio disfuncional, valorado mediante el cuestionario Nijmegen, se asocia a un peor control del asma y a una peor calidad de vida. Este patrón puede asociarse también a la ansiedad o depresión. Por consiguiente, ¿se podría incorporar el cuestionario Nijmegen como medida cuantitativa para valorar las intervenciones de mindfulness?

Si el mindfulness mejora los aspectos psicológicos, y con la evidencia de la significativa relación del asma con la psicopatología de que disponemos podríamos asumir que sí, mejora los aspectos respiratorios del asma, a pesar de ser más difícilmente cuantificables.

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